Niño gris cubierto de pelos,
juguete vivo, corazón igual al mío,
bello, dulce, tan amigo,
dando un salto
con la cabeza destrozada.
Balazo salido como diablo
de la pistola de mi padre.
Yo, hecho un ovillo, llorando a gritos
junto al cadáver que enrojece.
-¿Por qué me lo mataste?
-Ese gato tan cerca de tu boca
te hubiera dado la tuberculosis.
Con los ojos clavados en el suelo
y la mente hecha andrajos
se desliza el mundo por mis manos vacías.
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