¿Dónde el pan ronco? ¿Dónde
la teta énorme, blanca y cálida?
Preso dentro de esta isla de carne,
un ramo de tripas surge de mi boca,
canario huérfano, lejos de mí mismo,
desembucho gritos en bandada,
orino pedazos de hueso.
Se fue mi madre al cine
con un collar de perlas
a tragar luces y sombras,
dejándome aquí amarrado
en la cuna para siempre.
-¿Qué te pasa, niño? ¿Por qué lloras ?
Soy tu vecino, el señor Cordero.
-La penumbra me quiere morder,
navego en un río de arañas.
-Tus padres vienen llegando,
el mar les lame la espalda,
el cerro les besa el pecho.
-Yo no tengo tierra, yo no tengo aire,
abra la ventana señor Cordero.
-¡Has chillado durante dos horas,
cierra la boca niño cobarde!
No sé separar el tiempo de la herida
ni la aurora de la sombra, soy un grito
rechazando la noche que me inunda
convertida en un páramo de cuervos.
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