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SOBRE LO INAFECTADO / El peligro espiritual del 8




"El que puede ver la inacción en la acción, y puede ver la acción en la inacción, ese es el más sabio" Bhagavad Gita 

Esa es la máxima suprema del 8: perfecto, doblemente cuadrado, receptivo. El tarot, esa herramienta iniciática para el (re)conocimiento del ser que ha sido vilipendiada durante años para leer la buena fortuna, tiene sin embargo en su base una estructura decimal numérica, progresiva y evolutiva. Cada número corresponde a un peldaño de diferente sabor en el camino de retorno a uno mismo. Así en los arcanos mayores el 8 lo encontraríamos visible en el VIII-La Justicia y en el XVIII-La Luna (8+10). 

Desde la locura innumerable hasta el activo 7, el iniciado ha recogido la suficiente información y ha vivido tanto como para hacer un alto, parar y darse lo que se merece. El 8 es el número de la perfección o de la noción de perfección que tenemos de nosotros mismos; se encuentra lleno de corazón y vacío de mente, ya no le importa tanto hacer como dejarse hacer. En el camino espiritual es el momento en el que el corazón está llameante, alimentándose directamente de su Amado. Y ese es asimismo el comienzo de la inacción tal y como lo entienden desde el hinduismo y el taoísmo.

Y sin embargo he ahí la trampa del 8 en el camino de lo espiritual. Cuando crees que ya has llegado y te encuentras instalado en la perpetua inacción; inafectado y puro. Pero en realidad, ¿quién está inactivo? ¿El yo? ¿Entonces quién observa a ese ser inafectado? He ahí la trampa del "yo" que se cree trascendido. Cuidado, grandes egos espirituales circulan por el mundo, magníficos tartufos que son capaces de hablar del espíritu durante horas sin reconocer que por detrás ponen la mano esperando recibir un dinero al que aman y desprecian por igual. 

La Luna (8+10), en su noción de eterno satélite, se convierte en un espejo para la luz. En su estado sano sería el grado de la máxima receptividad e intuición, donde ya me rendí. No tengo nada que hacer, aquí me tienes. Doble trampa y doble patada voladora: ya que no hay nada que hacer y estoy tope instalado en la inacción y en el desapego, no me mojo. Confundo el "dejarlo pasar" con la "pasividad".

Creyéndome inafectado y en perfección de espíritu, no digo lo que pienso porque mi silencio es superior a tus palabras o porque mi nivel de consciencia es superior al tuyo y no lograrás entenderme. Una estupenda manera de crear una barrera mística para mi inseguridad intelectual.

Creyéndome inafectado y en perfección de espíritu, no expreso lo que siento porque mi corazón ha trascendido y está en permanente apertura. Por ello doy muchos muchos abrazotes largos y miro directamente a los ojos, ocultando así una brutal herida infantil y una demanda emocional insaciable. 

Creyéndome inafectado y en perfección de espíritu, no expreso mis deseos porque desear es perpetuar mi ego. En su contra me mortifico y tapo de inhibiciones podridas mi sexo, tomando ideas absurdas y desfasadas de cualquier religión exótica que se me antoje. 

Creyéndome inafectado y en perfección de espíritu, no expreso mis necesidades corporales porque contamino mi cuerpo con mis ideas y le impido realizarse.

"Bienaventurados los mansos de espíritu porque heredarán la Tierra" (Mateo 5:5). Esa es una máxima preciosa si realmente estoy en la parte sana de la Justicia. Pero la realidad es que muchas sangas, enmascarando sus necesidades infantiles de un papá-mamá-maestro se dedican a retozar en la vagancia existencial, cubiertos de un nihilismo new-age muy alejado de la mansedumbre y mucho más cerca de la pura cobardía. Sin embargo la vida es para los valientes. 

Una vez pude comprobar como una alumna con el rostro lleno de lágrimas expresaba su dolor ante la incomprensión del maestro espiritual. Éste, rodeado de sus acólitos incondicionales y sorteando cualquier afecto real, se dedicaba a utilizar las palabras de la afectada como un excusa más para ilustrar su discurso. "No os dejéis arrastrar por las emociones y permaneced en vuestro centro" era el núcleo de su mensaje. Quizás un "lo siento, me equivoqué. Te escucho y te respeto" habría sido un tanto más humano y un tanto más acorde con la inacción prometida, por un dejarse hacer en el torbellino emocional; pero un 8 arrogante no lo permitiría. 

Quizás es más humano que la emoción te parta el corazón. 
Por ello si te encuentras en el 8, por favor recuerda, aún tienes que pasar por el 9.

(fuente: http://chamanismocontemporaneo.tumblr.com/ autor:Javi Moreno)

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